Hay que contratar a alguien

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Querida lectora o lector,

Estamos a punto de ver dos convenciones poíticas cuyo resultado no está aún escrito. Para muchos esto es increíble, impensable. Pero es como solían ser las convenciones, antes de que devinieran grandes shows televisivos con mucho color pero sin drama. Una mirada bilingüe a algunos términos clave de la época:

Convención y convention (en inglés) vienen del latín convenire (juntarse). “Convención” desplazó, hará cosa de un siglo, a “asamblea” aunque este último término aún se usa.

Roman white toga

La palabra “candidato” viene de la costumbre romana de vestir los postulantes a cargos públicos toga blanca (candidum) que simbolizaba la pureza. No está claro si este atuendo sería apto para los candidatos poíticos hoy en día.

“Convención” también puede significar una costumbre general: por ejemplo, cuando la TV norteamericana anuncia que un show empieza a las “9, 8 Centro” se entiende que es a las 9:00 en la zona Este. “Convengamos en que…” recoge este sentido de “convenir”.

“Convenio” viene de la misma raíz en latín. Significa “acuerdo”, por ejemplo un tratado entre países, o la resolución de una disputa legal que evita ir a juicio.

Candidato y candidate aluden a la toga blanca vestida por los aspirantes a cargos públicos romanos: candidum significaba “blanco, puro”. Por influencia del francés, candid pasó a significar en inglés “franco, sincero”. En español, en cambio, “cándido” quiere decir “ingenuo”. Ni candid ni mucho menos “cándido” parecieran aplicarse demasiado a los políticos, particularmente los exitosos.

El titular o “candidato” que sale de la convención es el nominee en inglés, “quien fue nominado”. A veces se dice, pintoresca y un poco antiguadamente, “abanderado”. En inglés, de modo similar, existe el término standard-bearerstandard aquí significa “bandera, estandarte”.

Postularse o “presentarse” al cargo, se expresa en EEUU como to run (correr)—en inglés británico se dice to stand (pararse)—for election. El candidato se presenta para un puesto de trabajo. Pero el electorado es un extraño patrón: tiene que contratar a alguno de los postulantes, por más que no le convenza ninguno.

 ¡Buenas palabras! Good words!   

Copyright  ©2016 by Pablo J. Davis.  Se reservan todos los derechos. Una anterior versión de este ensayo apareció originalmente en la edición del 17 al 23 de julio de 2016 de La Prensa Latina(Memphis, Tennessee), como la entrega número 189 de la columna semanal bilingüe “Misterios y Engimas de la Traducción/Mysteries and Enigmas of Translation”.  Pablo Julián Davis, PhD, CT es Traductor Certificado por la ATA (American Translators Association), inglés>español, e Intérprete Certificado por los Tribunales del Estado de Tennessee inglés<>español, además de entrenador en los campos de la traducción, interpretación y competencia transcultural. Es doctor en Historia de América Latina por la Universidad de Johns Hopkins, y actualmente candidato al Juris Doctor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Memphis (mayo 2017).

About Pablo Julián Davis
Pablo J. Davis is an attorney, historian, and translator. Many of the posts or essays here began as entries in the newspaper column “MIsterios y Enigmas de la Traducción/Mysteries & Enigmas of Translation” (published weekly in La Prensa Latina, www.laprensalatina.com, since July 2012).

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