Halloween y Día de Muertos: miedo y comunión

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por Pablo J. Davis

Nos encontramos en el brevísimo intervalo entre el gran festejo norteamericano de Halloween (31 octubre), y el Día de Muertos (1 y 2 noviembre) asociado primordialmente con México, aunque celebrado en diversos países latinoamericanos. Es buen momento para reflexionar sobre cultura, sobre similitudes y diferencias.

La Calavera Catrina, genial creación del artista mexicano José Guadalupe Posada, ya lleva un siglo como el ícono por excelencia del Día de Muertos.

La Calavera Catrina, genial creación del artista mexicano José Guadalupe Posada, ya lleva un siglo como el ícono por excelencia del Día de Muertos.

Es común la creencia, en Estados Unidos, de que el Día de Muertos es esencialmente “el Halloween mexicano”. Pero, ¿será cierto? Al igual que la palabra ‘amigo’ en español y friend en inglés, que se ubican una al lado de la otra en los diccionarios bilingües y sin embargo se refieren a realidades bastante distintas (lo mismo podría decirse de familia/family, fiesta/party y sinnúmero de otras duplas culturalmente significativas), Halloween y Día de Muertos comparten algunos símbolos y la misma época del año pero constituyen fenómenos culturales bien diferenciados. Read more of this post

Herencia hispana: por qué importa el español

La Mezquita, or Cathedral-Mosque of Córdoba, southern Spain, is considered one of the treasures of humanity and is a UNESCO World Heritage Site. Its majestic geometry embodies the encounter of Africa, Europe, and Asia that unfolded in complex ways in medieval Spain and helped shape the modern Spanish language.

La Mezquita y Catedral de Córdoba, en el Sur de España, se considera uno de los tesoros de la cultura humana y está entre los sitios de Patrimonio Mundial de la UNESCO. En su majestuosa geometría, logra plasmar el complejo encuentro de Áfria, Europa y Asia que se fue desarrollando a lo largo del Medioevo ibérico, y que influyó profundamente en la evolución de la lengua española moderna.

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Es fuerte el predominio del español entre las lenguas extranjeras en Estados Unidos. Lo estudiaban 865,000 universitarios en el 2009; lo seguían el francés (216,000) y el alemán (96,000). El español convoca a más alumnos que todas las demás lenguas extranjeras juntas. En los grados K-12 (para usar el término norteamericano) de las escuelas públicas, las cifras son aun más abrumadoras: en 2007-08, 6.4 millones de alumnos cursaban español (el 72% de todos los estudiantes de lenguas extranjeras) al lado de apenas 1.3 millones para el francés en el segundo puesto.

¿Por qué se estudia tanto “la lengua de Cervantes” en EE.UU., si bien no siempre con un éxito rotundo? A continuación, algunas de las motivaciones más comunes:

Una población grande y creciente. La población hispanohablante de EE.UU., más de 40 millones, sobrepasa a las de la casi totalidad de los países hispanos. Para muchos norteamericanos, las cifras del Censo de por sí demuestran la importancia del español y subrayan la conveniencia de aprenderlo. Por no hablar de la geografía, que ubica al país hispano más poblado del planeta en la frontera sur de EE.UU. y millones de hispanohablantes más en las Antillas, a poca distancia de las costas de la Florida.

Servicio comunitario.  Gran número de jóvenes de nobles ideales buscan aprender el español para poder desarrollar actividades de servicio a la comunidad inmigrante, en áreas tales como alfabetización, salud, asesoramiento legal y educación, o bien en misiones de fe religiosa. A su vez, estas interacciones devienen en muchos casos un vehículo para el “aprendizaje en servicio”, donde lo aprendido en el salón de clases se somete a la enriquecedora prueba de la experiencia real.

¿Lengua “fácil”?  La percepción del español como de fácil aprendizaje está muy difundida. De hecho, los universitarios norteamericanos típicamente lo ven como el modo más accessible de llenar el requisito de lengua extranjera de su institución. Es una verdad a medias: indudablemente, el español es una maravilla de consistencia gramatical y fonética, debido en gran medida a la Gramática de Nebrija (año 1492), una de las más tempranas para cualquier idioma moderno, como asimismo la fundación en 1713 de la Real Academia Española. Pero alcanzar un verdadero dominio de la lengua, ni remotamente puede considerarse tarea fácil.

¿Una lengua “cómica”? La frecuente fascinación con el llamado “Spanglish” —la incorporación de palabras y estructuras del ingles en el habla inmigrante— interpreta como cosa rara un fenómeno completamente natural cuando entran en contacto poblaciones con diferentes idiomas. Es un recurso lingüístico, no un dialecto ni mucho menos un idioma propio. El fenómeno inverso, bastante distinto, es el llamado “Faux Spanish” (falso español) entre angloparlantes: con frases como “no problemo” (no hay problema), “perfectamundo” (perfecto, perfectamente), “mucho macho” (muy macho, machote o hasta machista) y “el grande jefe” (gran jefe), transmite una actitud entre juguetona y burlona hacia el español y quienes lo hablan.

Lengua de trabajadores e inmigrantes. Muchos norteamericanos asocian el español con inmigrantes pobres, en muchos casos indocumentados  —percepción comprensible a la luz de las obsesiones mediáticas y políticas en la actualidad, y tal vez de la experiencia directa de muchas personas. Desde esta perspectiva, la utilidad del idioma pasa por la comunicación con los trabajadores, o por su supervisión en el lugar de trabajo. ¡Pero no se trataría en todo caso de un idioma “serio”, absurda noción expresada no hace mucho tiempo atrás por una prestigiosa escuela privada de Virginia que en su sitio web se jactaba de ofrecer, por razones de “rigor academic”, solamente francés! Una premisa similar animaba al juez que, en sonado caso de agosto de 1995 en un juzgado de familia de Amarillo, Texas, ordenó a una inmigrante mexicana que dejase de hablar con su hija de cinco años en español, lengua cuyo uso constituía “abuso infantil” y que condenaría a la niña a un futuro “de sirvienta”. (Tanto la escuela como el juez dieron marcha atrás posteriormente, tras sufrir sendas avalanchas de críticas públicas.)

Una cultura “pintoresca”.  En Estados Unidos, es común oir expresiones de fascinación por la cultura hispana, pasando éstas muchas veces por la salsa (cocina) y la salsa (música y danza). Sin lugar a dudas, hay muchísimo interés sincero. A la vez, con adjetivos como “colorido”, “pintoresco”, “simple” y “exótico” se pinta un mundo hispano de campesinos, de vida rural y pueblerina, de una vida sumergida en “la tradición”. Esta perspectiva puede, sin querer, terminar por situar a los hispanos o latinos en un pasado primitivo, incluso fuera del tiempo. En otra perspectiva común, el español es visto como lengua de lugares adonde van muchos universitarios durante el receso de primavera, y otros turistas, a hacer “vida loca”. Se trata, en muchos casos, de lugares que, en un pasado, Estados Unidos conquistó, ocupó o dominó. De hecho, es ésta la otra cara de la moneda de “la lengua de trabajadores ilegales”. Una larga historia de relaciones de poder  ha sembrado hábitos de pensamiento fuertemente arraigados.

*    *    *

¡Tamaña mezcla de razones y motivaciones (y es sólo un muestreo)! Aquí hay una sincera inquietud por conocer otras culturas,  el llamado al servicio, la fe y el amor a la justicia. Al mismo tiempo, nos topamos en cierta medida con la romantización simplona, la condescendencia y agendas del poder.

Hay otras razones para estudiar y buscar profundizar el dominio del español, factores clave de su importancia de la lengua y de su aprendizaje, en estos comienzos del siglo 21.

Una lengua global. El español ya ocupa el segundo puesto entre los idiomas del mundo, de acuerdo al número de hablantes nativos, excedido sólo por el chino mandarin. Más de 410 millones de personas (más de 1 de cada 20 seres humanos) lo tienen como primer idioma, más que el inglés que ocupa el tercer puesto con unos 360 millones —aunque el inglés salta adelante del español si se cuenta a aquellos que lo hablan como segundo idioma. El portugués (al que me gusta llamar la lengua “melliza” del español, proximidad que el inglés no goza con ninguna lengua viva) tiene más de 220 millones de hablantes nativos, en su mayoría en la ascendente potencia que es el Brasil. Los hispanohablantes comprenden en buen grado el portugués y de por sí cuentan con un “envión” natural al abordar su aprendizaje.

Potencia económica. Los 53 millones de hispanos en EE.UU. (¡1 de cada 6 personas!) gastan unos $1.3 trillones (o sea millones de millones) anualmente y el producto bruto interno (PBI) de los países hispanos es de $3.4 trillones, igual a la potencia industrial que es Alemania. Si incluimos a la república hermana del Brasil, la cifra asciende a $5.9 trillones, a la par de Japón. Hay incontables mercados en que vender, trabajos a desempeñar, textos a traducir por personas que tengan un buen dominio del idioma (dominio, a fin de cuentas, inseparable de la comprensión cultural).

Una civilización mundial. Los idiomas encarnan la experiencia y creatividad de los pueblos. En el caso del español, esto abarca desde los antiguados legados íbero, celta, romano y germánico, además de la singular presencia rom o gitana (la palabra, derivada de “egiptano”, voz que da cuenta del paso de una porción de esa etnia errante por el Norte de África, por vía Egipto); casi un milenio de coexistencia cristiano-judío-musulmana; el primer imperio global de la historia; y, hoy, veinte sociedades multiculturales de herencia indígena, africana, europea y asiática. Como botoncito de muestra de la riqueza cultural plasmada en el español, consideremos cómo, en sociedades de fuerte mayoría cristiana, se expresa un deseo con la voz Ojalá, derivada del árabe (Inshallah).

El Caballero de la Triste Figura. El Quixote de Cervantes probablemente sea la obra de ficción más conocida y amada del mundo entero. Corona a una literatura que incluye la brillante poeta mexicana del siglo 17, Sor Juana Inés de la Cruz; ese maestro absoluto del estilo moderno, José Martí, caído en combate por la independencia de Cuba; el amado poeta chileno, Pablo Neruda; el argentino Jorge Luis Borges con sus misterios metafísicos; y los grandes relatores de nuestros tiempos, entre ellos el colombiano Garcia Marquez, el peruano Vargas Llosa, el mexicano Carlos Fuentes, la chilena Isabel Allende y Julia Álvarez d la República Dominicana.

La recuperación de la propia herencia.  Para una considerable proporción de los hispanos nacidos, o al menos criados, en EE.UU., el inglés es su lengua dominante o posiblemente único (nótese la diferencia entre las cifras de población hispana, 53 millones, y población hispanoparlante, 40 millones). Para aquellos expuestos al español en la infancia, sobre todo en el hogar (los docentes de lenguas los llaman estudiantes “de herencia”), aprender el idioma puede constituir una poderosa experiencia de recuperación de un patrimonio cultural y familiar.

Una vision de la vida.  Llegar a dominar el español es aprender otra manera de estar en el mundo, una peculiar combinación de seriedad, humor, jerarquía y dignidad. El angloparlante que lo hace, aprende a dejar de lado ese ubicuo pronombre imperial de “I” (¡único pronombre que lleva mayúscula en inglés!), adoptando en su lugar el yo, usado con mucha más moderación: el español reviste cierta modestia.  Uno aprende palabras para relaciones y costumbres que el inglés no puede nombrar: comadre y compadre para quienes apadrinan el hijo de uno, o a la inversa, tocayo para quien comparte el mismo nombre, sobremesa para ese largo y placentero rato que se pasa en la mesa conversando después de la comida. Al decir “Hasta mañana”, se agrega en muchos casos “si Dios quiere”: pequeña pero significativa reverencia lingüística ante la Deidad, o simplemente las incógnitas del porvenir.

Hay muchas rázones validas para estudiar español. Puede ser parte de la preparación para vacaciones en Cancún, o para mejor el funcionamiento de la oficina de recursos humanos de una compañía, o mil cosas más. Pero reconocer en el español una pujante fuerza económica global, una literatura que se sitúa entre las grandes del mundo y un camino a la verdadera fluidez intercultural ofrecen otras razones para estudiarlo, razones que expanden la mente y cambian la vida.

Copyright ©2013 by Pablo J. Davis. All Rights Reserved. Se reservan todos los derechos.

Se publicó una versión de este artículo en The Commercial Appeal (Memphis, TN) el viernes 27 de septiembre de 2013. Pablo J. Davis hizo sus estudios de pos-grado en Historia de América Latina en las universidades de Columbia y Johns Hopkins. Es traductor e intérprete profesionalmente certificado con larga experiencia, y especializado en traducción e interpretación legal; ofrece además entrenamiento en esos campos y en destrezas interculturales (www.interfluency.com).


Hispanic Heritage: Why Spanish Matters

La Mezquita, or Cathedral-Mosque of Córdoba, southern Spain, is considered one of the treasures of humanity and is a UNESCO World Heritage Site. Its majestic geometry embodies the encounter of Africa, Europe, and Asia that unfolded in complex ways in medieval Spain and helped shape the modern Spanish language.

La Mezquita, or Cathedral-Mosque of Córdoba, southern Spain, is considered one of the treasures of humanity and is a UNESCO World Heritage Site. Its majestic geometry embodies the encounter of Africa, Europe, and Asia that unfolded in complex ways in medieval Spain and helped shape the modern Spanish language.

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Spanish dominates foreign-language study in the US: 865,000 college students took it in 2009,  followed by French (216,000) and German (96,000). Spanish enrolls more than all other world languages combined. In K-12 public schools, the dominance is even greater: 2007-08 figures showed 6.4 million taking Spanish (72% of all foreign-language enrollment), French a very distant second at 1.3 million. Why is the “language of Cervantes” so widely studied (if not always mastered)? Here are some of the more common reasons:

A large and growing population. With around 40 million Spanish speakers, the US is exceeded only by Mexico, Spain, Colombia, and perhaps Argentina. Many see Census numbers alone as proving the importance of Spanish and making it “the language to learn.” Not to mention geography: the US shares a border with the most populous Hispanic country in the world, and millions more Spanish speakers live in the Caribbean, not far from Florida’s shores.

Community service.  Idealistic young people in substantial numbers pursue Spanish to help serve immigrant community needs such as literacy, health, legal aid, and education, or in missions of faith. In turn, those interactions often become an arena for “service learning” where classroom knowledge of the language is put to the enriching test of real-life experience.

It’s “easy”?  The perception of Spanish as easy to learn is widespread; many college students see it as a sort of “shortcut” to meeting language requirements.  It’s a half-truth: Spanish really is a marvel of grammatical and phonetic consistency, due in part to Nebrija’s 1492 Grammar (one of the earliest for a modern language) and the 1713 founding of the Royal Spanish Academy. But true mastery of the language is anything but easy to attain.

It’s “funny”? Fascination with “Spanglish”— incorporation of English words and patterns into immigrants’ spoken Spanish—treats as odd or unusual what is actually the natural result of any widespread contact between populations speaking different languages. In any case, this linguistic resource hardly amounts to a dialect, much less a separate language. Somewhat different is the popularity of “Faux Spanish”: dubious words and phrases such as “no problemo”, “perfectamundo”, “mucho macho”, or “el grande jefe” convey a playful, at times mocking, attitude towards Spanish and its speakers.

Language of labor. Many North Americans associate Spanish with poorer, often undocumented, immigrants—an understandable perception based on current media and political obsessions, and, for some people, personal experience.  Some knowledge of Spanish is useful to communicate with, and manage, laborers, in this view, but it’s not really to be considered a “serious language: the latter was actually the message a prestigious private school in Virginia explicitly placed on its website in the recent past, with the boast that for reasons of academic rigor, they proudly offered only French as a foreign language. The same unexamined premise was shared by the Amarillo, Texas family-court judge who infamously, in 1995, ordered a Mexican-born immigrant mother to stop speaking Spanish to her five-year-old daughter, on the grounds that using that language constituted “child abuse” and would condemn the girl to a future “as a housemaid.” (In each case, both school and judge, there was a later about-face in reaction to an avalanche of public criticism.)

A “quaint” culture.  It’s common to hear people express love for the culture, often in terms of salsa (cuisine) and salsa (music and dance).  Adjectives such as “colorful,” “quaint,” simple”, and “exotic” paint a Hispanic world of peasants, rural and village life, “traditions”. This view can unintentionally place Hispanic or Latino people in a primitive past, even outside of time. An associated perception sees Spanish as the language of places college students on Spring break and other tourists go to run wild, places—many of them—that the United States once conquered, occupied, or dominated. Indeed, this is the other side of the coin from language-of-manual-laborers. A long history of power relations has planted such deeply-rooted habits of thought in the dominant culture of this society.

*   *   *

The reasons sampled above present quite a mix. Sincere interest in other cultures is there, as are a calling to service, faith, and love of justice. So, too, in some measure and in certain contexts, are simplistic romanticization, patronizing superiority, and power agendas.

There are also some other, crucial reasons why Spanish matters and why learning it is one of the best things you can do in the early 21st century:

A global language. Spanish now ranks second in the world in number of native speakers, with over 410 million (approximately 1 in 20 members of the human race), trailing only Mandarin Chinese. English, with over 360 million worldwide, is in third place, right behind (though it vaults into second place when we add the number of people who speak it as a second language). Portuguese, which I like to call Spanish’s “fraternal twin”—English has no such closely-related living language—has over 220 million native speakers, mostly in rising economic powerhouse Brazil; Spanish speakers can understand Portuguese to a considerable degree and have an automatic head-start in learning that language.

Economic power. The US’s 53 million Hispanics (1 in 6 people!) spend some $1.3 trillion annually; Spanish-speaking countries’ combined GDP, $3.4 trillion, equals industrial giant Germany (add sister nation Brazil, and the resulting grand total of $5.9 trillion matches Japan). There are countless markets to sell to, jobs to be done, and texts to be translated, by people who have significant mastery of the language (a mastery inseparable, in the end, from cultural understanding).

A world civilization.  Every language bears witness to a people’s experience and creativity.  For Spanish that includes ancient Iberian, Celtic, Roman, and Germanic legacies, as well as the unique Rom or “Gypsy’ presence (Spanish gitanos, a word derived from egiptanos and bearing witness to the passage of part of that wandering people into North Africa via Egypt); a near-millennium of Christian-Jewish-Muslim coexistence (albeit later shattered by crusades, expulsions, and inquisition); the world’s first global empire; and, today, twenty multicultural societies of indigenous, African, European, and Asian heritage.  Just one example of the cultural richness that Spanish embodies: in societies viewed as overwhelmingly Christian, one says ¡Ojalá! (Arabic Inshallah) for “I hope so!”

The Knight of the Woeful Countenance. Likely the world’s best-known and loved work of fiction, Cervantes’s Don Quixote crowns a literature that includes the brilliant 17th-century Mexican poet Sor Juana Inés de la Cruz; the greatest of modern stylists, José Martí, who died fighting for Cuban independence; Chile’s beloved poet Pablo Neruda, Argentina’s Jorge Luis Borges with his metaphysical mysteries, and master storytellers of our lifetime like Colombia’s García Márquez, Peru’s Vargas Llosa, Mexico’s Carlos Fuentes, Chile’s Isabel Allende, Julia Alvarez of the Dominican Republic.

Recovering one’s own heritage.  Significant numbers of US-born (or raised) Hispanics are English-dominant, even monolingual (note that the Hispanic/Latino population, at 53 million, is larger than the Spanish-speaking figure of roughly 40 million). For “heritage learners,” as the language-teaching profession calls those who grew up with significant home exposure to Spanish, learning it can be a powerful reclaiming of family and cultural legacy.

An outlook on life.  To master Spanish is to learn another way of being in the world, a peculiar combination of seriousness, humor, hierarchy, and dignity. The native English speaker learns to tuck away that ever-present, imperial pronoun “I” (the only one English capitalizes!), taking on a more sparingly-used yo: Spanish embodies a certain modesty.  One learns words for relationships and customs English can’t name: compadre or comadre if you’re their kid’s godparent, tocayo if you share the same name, sobremesa for staying at the table talking after a meal.  Saying “Nos vemos mañana” (See you tomorrow), one often adds “…si Dios quiere” (God willing): a small linguistic bow to the Deity, or simply to life’s unknowns. There are many valid reasons to learn Spanish; it’s fine as preparation for a Cancun vacation or to improve a company’s HR.  But recognizing Spanish as a global economic force, a major world literature, and an avenue for genuine intercultural fluency offers a range of other motivations for a pursuit that can turn out to be be mind-expanding, even life-changing.

Copyright ©2013 by Pablo J. Davis. All Rights Reserved.

A version of this article was published by The Commercial Appeal (Memphis, TN) on Fri., Sep. 27, 2013. Pablo J. Davis received his graduate training in Latin American History at Columbia and Johns Hopkins Universities, and is a longtime professionally certified translator and interpreter, as well as trainer in those fields as well as in intercultural awareness and skills (www.interfluency.com). He is currently studying law as a member of the Class of 2017 at the University of Memphis Law School

Por qué los hispanos le temen al martes 13, los anglosajones al viernes 13?

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Hoy es martes, el 13 de agosto del 2013. Martes 13, combinación que la superstición del mundo hispano tiene por día de mal agüero.

La mala suerte que se supone traen los ‘martes 13’ viene en doble dosis, pues a la triscaidecafobia (hermosa palabra griega, compuesta de las raíces trece + temor, que tiene la virtud de evocar a la perfección, con su sonido, a lo que nombra) que comparten la cultura hispanolatina con la anglosajona y otras, se suma una actitud negativa sobre los días martes.

Esta aversión a los martes no es para nada común en el mundo anglosajón, si bien en el ciclo de la semana laboral ese día no ha de ser el preferido de muchas personas.  En la rima infantil que vaticina el destino de un niño a partir del día de la semana en que nació, reza “Tuesday’s child is full of grace” (el niño nacido en día martes está lleno de gracia) y en otra poesía tradicional que narra la historia de un tal Solomon Grundy en siete días, ese personaje fue “christened on Tuesday” o sea, cristianado un martes.

(Al igual que este agosto del 2013, el mes de enero del año 1931 contaba con un martes 13.  La ilustración es del gran Florencio Molino Campos, dibujante y caricaturista argentino que era admirado por Walt Disney (con quien trabó amistad) y cuyas imágenes de escenas pampeanas, entre burlescas y cariñosas, han adornado almanaques en las paredes de incontables hogares y negocios argentinos desde hace casi un siglo.) 

En español, en cambio, el nombre del segundo día siguiente del Sabat conmemora a Marte, deidad romana de la guerra y equivalente del helénico Ares. De ese dios emanan una serie de cualidades negativas: agresión, duplicidad, hostilidad, egoismo. Despreciado por sus padres, Zeus y Hera, en muchas versiones de la mitología clásica, Marte podía ser admirado por su valor y potencia—al parecer Venus lo hizo—pero más fue temido. He aquí parte, al menos, de la razón por la cual se conceptúa tan negativamente al día martes en la cultura hispanolatina. Como reza el consabido refrán: “Día martes, no te cases ni te embarques”.

Pensando en todas estas connotaciones, imaginémonos en el pellejo de quienes, en 1980, preparaban para la distribución internacional una nueva película de horror norteamericana titulada Friday the 13th (Viernes 13) (que un tercio de siglo más tarde, se supone que sigue en pie como serie, con 12 ediciones hasta la fecha… ¿está en duda realmente si se rodará el número 13?).

¿Cómo titularla en español?  Con estricta corrección “de diccionario” podríamos ponerle Viernes 13.  Pero, para captar las resonancias más profundas dentro de la cultura hispanolatina, tal vez convenga correr el día de la semana a martes y convertir el título en Martes 13.  De hecho, eso es precisamente lo que ocurrió en varios países del mundo hispano, entre ellos el Perú, la Argentina, el Uruguay y otros. En otros países, en cambio, mayormente los situados más hacia el Norte, el largometraje se distribuyó bajo el título de traducción literal: fue éste el caso en España y México entre otros.

Una consecuencia de esta circunstancia tan entreverada fue que, hasta cierto punto, las asociaciones negativas de ‘viernes 13’ se han insinuado en la cultura hispanolatina. Es decir, algo prácticamente ausente de la cultura del mundo hispanohablante ha aparecido gracias al poder de lo que suele llamarse cultura popular, pero que con mayor puntería debería tal vez llamarse cultura comercial.

El caso subraya además la importancia, por lo general ignorada, de los traductores en la comunicación humana. Lo que dijo el poeta Shelley de su gremio—”Poets are the unacknowledged lawgivers of the world” (Los poetas son los desconocidos legisladores del mundo) puede afirmarse de las profesiones hermanas de la traducción y de la interpretación.  El desempeño de los integrantes de estas profesiones pueden llegar a tener, y de hecho tienen, una influencia sobre los asuntos humanos. Lo que está en juego se nos vuelve más claro si pensamos en los textos de leyes y tratados, en la manera en que las palabras de un estadista se interpretan a otros idiomas en una tensa negociación internacional. Aun en el ejemplo, al parecer intrascendente, del título de una película, hay implicancias en  ‘el mundo real’.  La probabilidad de que se tomen determinadas decisiones personales o económicas —realizar una compra o alquiler, casarse, viajar— está influída por las creencias culturales acerca de días y fechas.

Siguen las aventuras en el mundo de la traducción, esta profesión que a la vez tiene de ciencia, de artesanía y de arte. Y nunca más grandes sus desafíos que cuando lo que nos toca traducir son los fenómenos culturales.

© Copyright 2011-2013 by Pablo J. Davis. All Rights Reserved. Se reservan todos los derechos.

Educación: education and upbringing

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Dear reader,

Last week, we saw how the English expression “Congratulations!” is separated by Spanish into “Felicitaciones!” for a success vs. “¡Felicidades!” on life passages (marriage, birth of a child, New Year).

Similarly, Spanish ser and estar distinguish essence (Es mi hija, She is my daughter) from state  (Está ansiosa por algo, She is anxious about something); English has only “to be”. You “know” 3×3=9 and you “know” someone: Spanish saber and conocer, respectively. A “fish” is pez in the water but pescado on your plate.

Los dos significados de "educación" en español. La foto de la izquierda, de autor desconocido, pertenece al Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones Mexicanas (www.inehrm.gob.mx); la de la derecha, de procedencia desconocida. Ambas parecieran ser de la década de 1950.

In Spanish, educación can mean two things, represented by the photographs above. English “education” only pertains to the left side. Photo on left, photographer unknown, from Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones Mexicanas (www.inehrm.gob.mx); photo on right, origin unknown. Both appear to be from the 1950’s.

But it isn’t always the language of Cervantes that makes the finer distinctions; in other cases, it’s Shakespeare’s that does so.

Take Spanish educación.  Like English “education”., it can mean formal study. But it’s also what parents strive to inculcate in their children—in surface matters (saying “thank you” and “please”) and deeper ones (respect, gratitude, kindness).  Manners and values: what English expresses by the word “upbringing” or, more popularly, “raising”.

To be called maleducado (literally: badly educated) is to be thought ill-mannered, disrespectful, selfish, or vulgar.  

This second meaning of educación is probably the more important one in Spanish.  To hear the expression “un hombre educado” (literally, an educated man) is chiefly to think of manners, values, character.

“Education starts in the home” is a widely shared view these days. In some ways, we can say that the Spanish word educación already contains this idea.

¡Buenas palabras!

Pablo

Copyright ©2013 Pablo J. Davis. All Rights Reserved. This essay was originally written for the January 13, 2013 edition of La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), as part of the weekly bilingual column Mysteries & Enigmas of Translation/Misterios y Enigmas de la Traducción.

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Dos tipos de educación

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Querida lectora o lector,

La semana pasada, veíamos cómo un único saludo en inglés, “Congratulations!”, expresa tanto nuestras “¡Felicitaciones!” por un éxito, cuanto nuestras “¡Felicidades!” ante pasajes vitales como casarse, tener un hijo, recibir el Año Nuevo.

De manera similar, “ser” y “estar” matizan un único verbo inglés, to be.  Se “conoce” a alguien y se “sabe” que 3×3=9; el angloparlante knows ambos. Lo que en el río era “pez”, deviene “pescado” en nuestro plato; en inglés, el fish nunca deja de ser fish.

Los dos significados de "educación" en español. La foto de la izquierda, de autor desconocido, pertenece al Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones Mexicanas (www.inehrm.gob.mx); la de la derecha, de procedencia desconocida. Ambas parecieran ser de la década de 1950.

Los dos significados de “educación” en español. La foto de la izquierda, de autor desconocido, pertenece al Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones Mexicanas (www.inehrm.gob.mx); la de la derecha, de procedencia desconocida. Ambas parecieran ser de la década de 1950.

Pero no vayamos a pensar que la lengua de Cervantes es la que siempre hila más fino. En otros casos, le toca el turno a la de Shakespeare.

Tomemos por caso la palabra “educación”. Puede significar, al igual que en inglés, estudio o instrucción formal.

Pero “educación” también es lo que se imparte a los hijos, ahijados, sobrinos.  Pasa tanto por cosas de superficie (decir “gracias” y “por favor”) como de fondo (respeto, gratitud, bondad). Modales y valores.

¿Y a quién le gustaría ser tildado de “maleducado”? Connota cosas feas: malos modales, falta de respeto, egoísmo, grosería.

Nos atrevemos a decir que este segundo significado de “educado” o “educación” es, para los hispanohablantes, incluso más importante.

El inglés expresa este sentido de “educado” con well brought up (literalmente: bien criado) o well-mannered (de buenos modales).  Esta acepción de “educación” sería upbringing o, término más popular, raising.

Good words!

Pablo

Copyright ©2013 Pablo J. Davis. Se reservan todos los derechos. All Rights Reserved. Este ensayo se escribió originalmente para la edición del 13 enero 2013 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), donde forma parte de la columna semanal Misterios y Enigmas de la Traducción/Mysteries & Enigmas of Translation.

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Two kinds of congratulations… and how Spanish expresses them

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Dear reader,

For some weeks now, the air has been filled with greetings and good wishes: “Happy Holidays”, “Merry Christmas,” “Season’s Greetings” and, for a few days yet, “Happy New Year”.  In Spanish: Felices Fiestas, Feliz Navidad, Feliz Año Nuevo.champán

There’s one Spanish greeting, though, that English can’t quite reproduce: “¡Felicidades!”

Many English speakers (and even some native Spanish speakers) confuse this interjection with the similar-sounding “¡Felicitaciones!” English routinely expresses both ideas by the single word: “Congratulations!”

The felicitaciones/felicidades pair offers a beautiful example of the subtle shades of meaning that a language (in this case, Spanish) can express.

The distinction is significant: felicitación is an act of praise or congratulation, while felicidad refers to that sublime and blessed state of the human heart, happiness.

Thus a graduation, a promotion, an award, indeed any achievement or victory, merits a congratulatory “¡Felicitaciones!” (An alternative particularly common in Spain: “¡Enhorabuena!”)

On the other hand, transcendent moments of the human condition, the annual cycle, or the great life passages—the birth of a child, a birthday, a wedding, or, indeed, a New Year—inspire the warmer and more elevated “¡Felicidades!”: a wish for much happiness.

It’s fascinating to speculate on the cultural source of this distinction, absent from English. Is Spanish more emotive? Perhaps. We propose, instead, that the answer lies in a stronger sense of ritual and ceremony in the tongue of Cervantes.

¡Buenas palabras… y felicidades!

Pablo

Copyright ©2013 Pablo J. Davis. All Rights Reserved. This essay was originally written for the January 6, 2013edition of La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), as part of the weekly bilingual column Mysteries & Enigmas of Translation/Misterios y Enigmas de la Traducción.

Felicitaciones y felicidades: matices que importan

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Querida lectora o lector,

Desde hace unas semanas, y por unos días más, transitamos una época del año llena de saludos y expresiones de buenos augurios.

Junto a saludos puntuales como “Feliz Año Nuevo” o “Feliz Navidad”, oímos “¡Felicidades!”—expresión muy común en el mundo hispano durante las fiestas.

champánHay quienes confunden esta expresión con la de “¡Felicitaciones!”  Esto es natural en los angloparlantes: en inglés, ambas ideas suelen expresarse con una sola palabra, “Congratulations!”  Pero la confusión es compartida por no pocos hispanohablantes.

La dupla felicitaciones/felicidades ofrece un hermoso ejemplo de los sutiles matices que puede expresar una u otra lengua, en este caso el español.

Valga, pues, la distinción: una “felicitación” elogia o reconoce, mientras “felicidad” se refiere a esa sublime y bendita condición del corazón humano.

Así una graduación, un ascenso en el trabajo, un premio ganado, cualquier victoria o logro, evoca el saludo “¡Felicitaciones!” (Una alternativa particularmente común en España es “¡Enhorabuena!”).

En cambio, momentos trascendentes de la condición humana, del ciclo anual o los grandes pasajes vitales —el nacimiento de un hijo, un cumpleaños, una boda, o, como es el caso actual, fiestas como la de Año Nuevo— inspiran el más cálido y elevado “¡Felicidades!”

Resulta fascinante especular sobre la raíz cultural de esta distinción, ausente del inglés. ¿Cierta emotividad del español? Nos inclinamos más por adjudicarle un mayor sentido de lo ritual o ceremonial.

Good words… ¡y felicidades!

Pablo

Copyright ©2013 Pablo J. Davis. Se reservan todos los derechos. All Rights Reserved. Este ensayo se escribió originalmente para la edición del 6 enero 2013 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), donde forma parte de la columna semanal Misterios y Enigmas de la Traducción/Mysteries & Enigmas of Translation.

Feliz Navidad, Felices Fiestas y otros saludos festivos

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Cuando un joven guitarrista de 25 años, oriundo del histórico pueblo puertorriqueño de Lares (cuna del movimiento independentista de la Isla en el siglo 19), grabó una placa de musica navideña, Feliz Navidad (RCA Victor Latino, 1970), logró varias cosas.

Primero, gracias a la sencillísima pero pegajosa canción epónima “Feliz Navidad,” ese muchacho, José Montserrate Feliciano García – José Feliciano a secas, para millones – se volcó a la fama mundial como músico y cantante.

Segundo, en la percepción pública de su arte, se vio atrapado por ese éxito: la mayoría del público consumidor de música popular ignora el virtuosismo de Feliciano como guitarrista anclado en la tradición clásica-española (como en modo similar, los sucesos del pianista Nat Cole y del guitarrista como cantantes pop hicieron que el gran público mundial desconociera su magistral dominio de sus respectivos instrumentos).

Y tercero, y relacionado más de cerca con esta temporada de fiestas, el éxito de la canción de Feliciano hizo que el saludo de ‘Feliz Navidad’ deviniera una de entre un puñado de frases en español que prácticamente todo angloparlante (ni hablar de nativos de otros idiomas) conoce.

Pero “Feliz Navidad” no es el único saludo intercambiado en el mundo hispano a esta altura del año.  La más ecuménica “Felices Fiestas” también es común.  Esto puede llegar a sorprender a quienes, en los Estados Unidos, ven (y se lamentan) en ese tipo de saludo y su equivalente en inglés, “Happy Holidays”, una insulsa secularización de una sagrada fiesta religiosa, secularización que imaginan como claudicación reciente por parte de una cultura cristiana mayoritaria, hasta hace poco cómodamente dominante en los Estados Unidos. Tal vez se imaginarían, también, que la cultura hispano/latinoamericana no ha experimentado una tendencia similar. Read more of this post

Machos, males and he-men

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Dear reader,

The recent, tragic death of seven-time champion boxer Héctor “Macho” Camacho has filled headlines around the world, and put on many tongues a word that was the nickname of the great prizefighter from Bayamón, Puerto Rico—and is a popular nickname throughout the Spanish-speaking world.

The meaning of macho in Spanish, biologically, is simply “male”. The Spanish and English words both derive from the Latin masculus.

Héctor Luis Camacho Matías, El “Macho” Camacho, native of Bayamón, Puerto Rico and holder, at different times, of seven different championship belts.

Macho is also widely used in the Spanish-speaking world as an appellative, as in “¿Cómo estás, macho?” (“How are you, man?”).The term is also the main way to designate almost any male animal.  For instance: víbora macho (male snake), ardilla macho (male squirrel), gato macho (male cat).  English is rich in equivalents. Besides the formal, biologically literal “male”, as in “male rabbit”, there is a wealth of folk terms like “jack rabbit”,  “tomcat”, “billy goat”. Other common terms for male: “buck” (deer, antelope, ferret, squirrel, etc.), “bull” (moose, hippopotamus, elephant, shark, seal), and “cock” (hawk, turkey, pheasant, indeed almost any bird).

Curiously, the English word “macho”, taken directly from Spanish, means not simply male but rather hypermasculine, very virile or aggressive. “Macho man”, technically (but not actually) redundant, is also widely used; readers over 40 or 50 years old will recall the humorous title of The Village People’s 1978 song.  These uses, documented in English for at least a century and a half, have grown dramatically since the 1960s. Not to mention “machismo” to mean hypermasculinity or male chauvinism, appearing around 1970 (in Spanish it dates roughly to 1900).

Given the word’s connotations in their language, many English speakers aren’t aware that Spanish macho refers simply to the male gender, as when a baby boy is born and people say “Salió macho“. That is, the word that in one language just means “male” is taken by members of another linguistic community to express an extreme version of masculinity.

Interesting (though not necessarily a reason for Hispanic pride) that the English language owes this word to Spanish!

¡Buenas palabras!

Pablo

Copyright ©2012 Pablo J. Davis. All Rights Reserved. This essay was originally written for the December 9, 2012 edition of La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), as part of the weekly bilingual column Mysteries & Enigmas of Translation/Misterios y Enigmas de la Traducción.

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Pablo Julián Davis is an ATA (American Translators Association) Certified Translator, English>Spanish, and Certified by the Supreme Court as an Interpreter, English<>Spanish. He delivers world-class translation and interpreting, as well as inspiring and interactive cultural training, through his company Interfluency Translation+Culture. He can be reached at pablo@interfluency.com.